13 ago 2009

En mis Aposentos....SeGunda Parte

Pero ni lo uno ni lo otro era cierto, porque la tentación de sedentarismo y domesticidad que lo andaba rondando no era fruto de la recapacitación ni el escarmiento. Tenía un aire solitario…


Y comprendió que el tenía razón, no por los tiempos, sino por ellos mismos, que ya no estaban para esas cosas...


Sintiendo transcurrir un tiempo entero, un tiempo sin desbravar, porque era inútil dividirlo en meses y años, y los días en horas, cuando no podía hacerse nada más que contemplar la lluvia...

Parecían arrasadas por una anticipación del viento profético que años después había de borrar a Macondo de la faz de la tierra...



Y una vez más se estremeció con la comprobación de que el tiempo no pasaba, sino que daba vueltas en redondo...



Y se lamentaban de cuánta vida les había costado encontrar el paraíso de la soledad compartida. Locamente enamorados al cabo de tantos años de complicidad estéril, gozaban con el milagro de quererse tanto en la mesa como en la cama, y llegaron a ser tan felices, que todavía cuando eran dos ancianos agotados seguían retozando como conejitos y peleándose como perros...


La desidia de la gente contrastaba con la voracidad del olvido, que poco a poco iba carcomiendo sin piedad los recuerdos...


Era capaz de reír, de permitirse de vez en cuando una nostalgia del pasadoAquel acercamiento entre dos solitarios estaba muy lejos de la amistad, pero les permitió a ambos sobrellevar mejor la insondable soledad que al mismo tiempo los separaba y les unía...

No era comprensible que un hombre con aquel espíritu hubiera regresado a un pueblo muerto, deprimido por el polvo y el calor...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Vea pues... es la recapitulacion mas sorprendente que he leido, pero al comparar esto,creo que deseas que aquel remolino destrulla un macondo que nunca existio.
XP

P.D: En cierto modo, creo que el libro describe muchas de las cosas que te pasan verdad?